"En el lenguaje es siempre la guerra" (Henri Meschonnic)

martes, 29 de octubre de 2013

¡Viva la amnistía, señor!


Por Louis-Ferdinand Céline


Se sabe que a la muerte del autor del Viaje al fin de la noche una gran cantidad de papeles desaparecieron. De tanto en tanto, algunos reaparecen, no menos misteriosamente; en particular en las colecciones de autógrafos. Es así cómo el presente texto salió a la luz, y su nuevo propietario nos lo comunicó amablemente.1
Según todas las apariencias, se trata de un artículo destinado a Rivarol, hacia 1957; artículo que fue substituido en ese momento por otra versión mucho más corta (11 de julio de 1957).


Un resistente por aquí… Un resistente por allá… ¡Ciertamente! ¡Hermoso!… ¿Pero por qué no nosotros? ¿Por qué no yo? ¿El carnet y el diploma y la medalla?… ¿Idea descabellada, insolente?… ¡Pues no! ¿Los “resistentes” de Siegmaringen no han existido? ¡Un poquito!… No quiero vejar a nadie, pero si me comparo con los que se han aprovechado de mí, ¡me digo que ha habido un abuso! ¡Pasemos, pasemos! ¡Que la iniquidad triunfe!… ¡Amnistío!…
¿Pero un poco para nosotros, tal vez?… “Resistentes” de Siegmaringen, no es chiste, ¡serios y valientes! ¿Quiénes de los que han estado en lo del enemigo, pregunto, resistencia por resistencia, le han dicho un poco lo que pensaban, al monstruo teutón, en el momento del fino furor, donde todos los ejércitos del mundo le pasaban a través de las tripas?… Y en huracanes de fósforo… ¿El monstruo en plena disección, descuartizado, miembro por miembro?… De Londres, Brazzaville, Irkoutsk, es cómodo traer su frutillita, enviar sus chismes con los que todo el planeta gime, se calienta… “coraje loco pasado el peligro”! Todo marcha, todo es posible desde Irkoutsk, Brazzaville, London… ¡Siegmaringen, otro cantar!… Completamente diferente, digo… Conozco un poco el tema… Que Rebatet puede comprender. Los otros blablatean, parlotean, enmarañan… ¡lejos de Siegmaringen como de Marte! Ni uno solo de los que conozco, que me tratan de esto, de aquello, hubiera aguantado ocho días en Siegmaringen… ¡Demasiado brutos torpes pasteleros!… Y mucho menos en Dinamarca. Todos esos pequeños charlatanes completamente borrachos de disparates se hubieran hecho llevar “desaparecidos” en menos de dos semanas de prueba.
La prisión danesa, ¿sucursal del Ritz? “¡Qué suerte tuvo Ferdinand!” ¡Me hubiera gustado verlos allí a esos cerdos! ¡Se hubieran hecho eyectar enseguida, de la prisión-Ritz, y de las costas del Báltico, “suerte de Costa Azul”, a sus naves!
“La experiencia, linterna sorda, sólo ilumina a aquel que la lleva.” ¡Pasemos, pasemos! Lo que permanece, lo que es cierto, es que solo con Siegmaringen uno tendría derecho al “carnet”. ¡No robado, como tantos! ¡No filtrado! Iba entonces a redactar mi petición (no tengo nada que perder, me sacaron todo), pero ¿a quién dirigirla?… ¿Al mismo M. de Gaulle?… ¿Al Cardenal Muselier?… ¿A Churchill? ¿Kroukrou?… ¿A Thorez,2 el ilustre “no-tan-pueblo”? Todas esas personas, desconfío, me preguntarían el porqué y el cómo… ¡Oh, no quiero hacerles perder ni un minuto! Motivo de la proposición: “Estando en Siegmaringen, durante la reunión de cuadros en el mismo ayuntamiento del lugar, en presencia de los más altos führers del Sud-Wurtemberg y embajadores reunidos, propuso la creación de una sociedad llamada: “Los amigos de Père-Lachaise”.
–¿Puede probarlo?
–Ciertamente.
¡Tengo pruebas, testimonios, ciertamente! Encuentro testigos… ¿Pero si los acuso de “levantar la cabeza”? ¿De no contenerse?… ¿De no haberse curado? ¿De haber reincidido? ¿De quererlo todo de nuevo, absolutamente?… Veo un poco el riesgo. ¡Cómo si fuera ir a la justicia a pedir que me devuelvan mi departamento y mis manuscritos!… ¡Una locura!…
–Ya que usted es tan ingenioso, honesto y abnegado, ¡háganos votar una amnistía!
¡El huevo de Colón, evidentemente!… ¡La única idea práctica, verdaderamente!… ¡La pasada de esponja general! ¡total! Sin amnistía general ya no puedo encontrar un testigo. ¡Y adiós a mi carnet!… ¡Si Francia, constato, la más luminosa, la más humana, la más generosa de las patrias, se calienta con los Derechos del hombre si recibe a todos los perseguidos del mundo, colores, sectas, razas, en sus jardines, en sus corrales, en sus facultades y en su lecho!… ¡por mil peticiones vueltas a pedir! Del 44 al 57 al menos diez peticiones por día. “¿Tiene usted un pequeño valaco que fue abofeteado y que sufre? ¡Envíelo, envíelo!… ¿Un brujo paoum que no pudo digerir al misionero, mal cocido, demasiado barbudo? ¡Envíelo, envíelo!… Listas tras listas, incesantes listas de nombres ilustres al socorro del pequeño valaco abofeteado… El teatro, las bellas artes, la ciencia, los académicos todos juntos para aliviar al valiente paoum con su misionero en el estómago… Pero desde 1944, trece años, jamás se vio pasar una lista para la amnistía general… Como si fuera imposible que los franceses piensen en otra cosa que no sea en ser un poco más cretinos, indefectiblemente feroces con sus compatriotas en su desgracia…
¡Oh, cuántas lágrimas para los polacos! Volapüks, cripto valacos, cangrejos mexicanos… No pueden dormir cuando les falta algo a esos archiextranjeros. ¡Pero que Dubois Duraton Vergogne [Vergüenza] se pudran diez años, veinte años, al fondo de la fosa, a los trabajos forzados, al diablo, qué bien que la han hecho!… ¡Que satisface muy bien las conciencias, los sueños y los Derechos del Hombre! Me llamo Ferdinand de la clase 12, nacido en Courbevoie, mutilado 75 por ciento, condecorado mucho antes de de Gaulle, ¡todavía tengo un pequeño deber! Que ese movimiento se lance, me borro, ¡les dejo la presidencia y todo! Él es el más calificado, lo admito… Ha ganado 27 millones con sus Memorias, menos que la Windsor, pero bueno… No sufrió mucho con la Ocupación. No puede estar muy amargado por eso… Ya que es Charles, hubiera podido copiar al otro, al quinto, ingresando a París, tranquilizando a Francia: “El rey no supo nada. No sabe nada. No sabrá nada”. Eso hubiera sido un gesto de grandeza. Todavía está a tiempo.
¡Amnistía total! ¡general!… ¡El mal que fue hecho, hecho está, qué se le va a hacer! Los muertos no resucitarán, ni éstos ni aquéllos, ni los de Verdún, ni (?), ni Bébert… Amnistía, olvido, ¡vacaciones!… ¡Vacaciones para el odio!
¡Todo hermoso! Me viene la fiebre, viejo choto afiebrado. Tal vez podría también meter la pata…  No le voy a caer bien a De Gaulle tratándolo tan familiarmente. Podría decir como Charles Floquet: “¡Viva la amnistía, General!”. Pero creo que lo que más le gustaría es que le lea la Enciclopedia, la grande, la edición de 1900. El pasaje que le concierne, que concierne también a todos los ministros. Que nos den finalmente el gusto, que no nos hagan pagar impuestos, que no nos compliquen el índice vital…
“La amnistía está dentro de las necesidades de todos los gobiernos. Hay tiempos en que una sociedad inflexible podría tener graves inconvenientes y podría incluso poner en peligro al Estado. Se produce en el país tal anhelo de pacificación que el poder tiene interés en oír la voz de la clemencia y en concluir un tratado de paz civil.”
No hablaré de Argelia, no hablaré de la “madre enferma”, de los hijos que disputan a su alrededor… De Galle sabe todo eso. Mendès-France3 también. Saben, pero se quedan en el molde… Podría ir a Roma, o a lo de Ben-Gurión,4 o al Pentágono… Nasser me parece bastante hábil… Iré a cualquier lado a que me traten de cualquier cosa, estoy acostumbrado.
¡Oh, ustedes tienen mucha razón!… ¡Pero viva la amnistía! Cuando uno se ha convertido en un mojón, en un trasto archiviejo, tiene más que una idea… Alrededor ya es noche oscura… Pero París ve una lucecita en la noche en lo alto de la torre Eiffel… La pequeña esperanza…
¡Viva la gran amnistía, señor!
Traducción: Mariano Dupont

1 Rivarol, n° 624, 20 de diciembre de 1962.
2 Maurice Thorez (1900-1964): político francés, secretario general del Partido Comunista Francés entre 1930 y 1964 y ministro de la función  pública entre 1945 y 1947.
3 Pierre Mendès-France (1907-1982): político francés, primer ministro de Francia de junio de 1954 a febrero de 1955.
4 David Ben-Gurión (1886-1973): fundador del Estado de Israel, del que fue primer ministro de 1948 a 1953 y de 1955 a 1963.