"En el lenguaje es siempre la guerra" (Henri Meschonnic)

martes, 30 de noviembre de 2010

En caliente

Por Louis-Ferdinand Céline


En 1948, Céline, habiéndose enterado de que Sartre, en Retrato de un antisemita (Les Temps Modernes, diciembre de 1945, texto recogido más tarde en un volumen de Gallimard bajo el título Reflexiones sobre la cuestión judía), había escrito: “Si Céline pudo sostener las tesis socialistas de los nazis es porque le pagaron”, escribió este panfleto como respuesta. Se lo envió a Jean Paulhan, que no lo publicó, y luego a Albert Parraz, que lo reprodujo el final de su libro Le Gala des vaches, donde pasó desapercibido. Costeada por sus amigos, fue impresa una edición de 200 ejemplares. (P.  Lanauve de Tartas, París, s. f).

No leo mucho, no tengo tiempo. ¡Demasiados años perdidos en tantas tonterías y en prisión! Pero me presionan, me ruegan, me molestan. Es imperioso que lea, parece, una suerte de artículo, el Retrato de un antisemita, de Jean-Baptiste Sartre (Les Temps Modernes, diciembre 1945). Recorro esa larga tarea, le echo un vistazo, no es ni bueno ni malo, es nada, pastiche… “A-la-manera-de”… Ese enano de J.-B. S. leyó l’Etourdi, l’Amateur de Tulipes, etc. Quedó prendado, evidentemente, no sale más… ¡Siempre en la escuela este J.-B. S.! siempre con los pastiches, “A-la-manera-de”… También a la manera de Céline… y de muchos otros… “Putas”, etc. “Cabezas de recambio”… “Maïa”… Nada grave, por cierto. Arrastro en el culo una buena cantidad de esos “A-la-manera-de”… ¿Qué puedo hacer? Sofocantes, rencorosos, cagones, traidores, semisanguijuelas, semitenias, no me hacen ningún honor, no hablo nunca de ellos, eso es todo. Progenie de la sombra. ¡Decencia! ¡Oh! No le deseo ningún mal al enano J.-B. S. ¡Su destino ya es bastante cruel! Ya que se trata de una tarea, yo le habría dado con gusto siete de veinte y no se habría hablado más del asunto… ¡Pero en la página 462 el soretito me desconcierta! ¡Ah! ¡El maldito culón podrido! ¿Qué osa escribir? “Si Céline pudo sostener las tesis socialistas de los nazis es porque le pagaron.” Textual. ¡Epa! Eso es lo que escribía ese pequeño escarabajo mientras yo estaba en prisión corriendo gran peligro de que me colgaran. ¡Maldita lacra atiborrada de mierda, salís de mi culo y me ensuciás! Ano de Caín. ¿Qué querés? ¿Que me asesinen? ¡Es evidente! ¡Aquí! ¡Cómo te aplastaría! ¡Sí!… Lo veo en una foto… esos ojos grandes… esa tricota de crochet… esa babosa con ventosas… ¡es un cestodo! ¡Qué no inventaría este monstruo para que me asesinen! ¡No termina de salir de mi caca y ya me está denunciando! Lo más fuerte está en la página 451: “Un hombre que encuentra natural denunciar a los hombres no puede tener nuestra concepción del honor, incluyo a aquellos de los que él se vuelve benefactor, él no los ve con nuestros ojos, su generosidad, su dulzura, no son parecidas a nuestra dulzura, a nuestra generosidad, no podemos localizar la pasión”.
En mi culo, en donde se encuentra, no se le puede pedir a J.-B. S. que vea bien o que se exprese con claridad, J.-B. S. parece sin embargo haber previsto el caso de la soledad y de la oscuridad en mi ano… J.-B. S. habla evidentemente de sí mismo cuando escribe en la página 451: “Este hombre teme cualquier tipo de soledad, tanto la del genio como la del asesino”. Comprendamos qué quiere decir… Basándose en la fe de los semanarios J.-B. S. no se ve sino como un genio. Por mi lado, y basándome en sus propios textos, me siento forzado a ver a J.-B. S. como un asesino, e incluso mejor, como un maldito alcahuete, un repugnante, asqueroso, inmundo soplón, un vigilante con anteojos. ¡Ya me empiezo a embalar! No corresponde a mi edad, ni al estado en el que me encuentro… Iba a concluir ahí… asqueado, listo… Reflexiono… ¿Asesino y genial? Hay casos… Después de todo… ¿Será quizá el caso de Sartre? Asesino lo es, quisiera serlo, entendámonos, ¿pero genial? ¿La caquita que está en mi culo es genial? ¿Hum?… Vamos a ver… sí, cierto, eso puede hacer eclosión… dispararse… ¿pero J.-B. S.? ¿Esos ojos de feto? ¿Esos hombros mezquinos? ¿Esa busardita? Tenia, seguro, tenia humana, ubicada donde ya saben… ¡y filósofo!… son demasiadas cosas… El liberó, parece, París en bicicleta. El jugó… en el Teatro, en la Ciudad, con los horrores de la época, la guerra, los suplicios, el hierro y el fuego. Pero los tiempos cambian, y hete aquí que crece, se infla enormemente.  ¡J.-B. S.! Ya no se domina… ya no se conoce… de embrión quiere convertirse en criatura… el ciclo… no tuvo suficientes jueguitos, suficientes engaños… corre detrás de las pruebas, las pruebas verdaderas… la prisión, la expiación, los palos, y el más grande de todos los palos: el Poste…  La Maldición lo entretiene a J.-B. S… ¡las Furias! terminadas las bagatelas… ¡Quiere convertirse en un monstruo! ¡Para eso insulta a de Gaulle!
¡Qué manera! ¡Quiere cometer lo irreparable! ¡Lo logra! Las brujas van a volverlo loco, él vino a acicatearlas, ellas no lo soltarán jamás… Tenia de los soretes, falso renacuajo, ¡te vas a morfar la Mandrágora! ¡Te vas a convertir en súcubo! La enfermedad  de la maldición evoluciona en Sartre… Vieja enfermedad, vieja como el mundo, en el que toda la literatura está podrida… ¡Reflexioná J.-B. S. antes de seguir cometiendo errores irreparables! ¡Pensá! Date cuenta de que el horror no es nada sin el Sueño y sin la Música… Te veo bien como una tenia, pero no como una cobra, para nada una cobra… ¡sos nulo para la flauta! Sin música, sin sueños, Macbeth no es sino un Grand-Guiñol y malos días… Sos malvado, sucio, ingrato, rencoroso, vigilante, ¡pero J.-B. S. es más que eso! Eso no es suficiente… ¡Todavía hay que bailar!… Me gustaría equivocarme, por cierto… No pido nada mejor… Iré a aplaudirte cuando al fin te hayas convertido en un verdadero monstruo, cuando hayas pagado, a las brujas, lo que hace falta, el precio para que te transmuten, para que te eclosionen en un verdadero fenómeno. En una tenia que toca la flauta.
Pero me rogaste mucho, a mí y a través de Dullin, de Denoël, ¡me suplicaste “bajo la bota” que descendiera a aplaudirte! Yo no veía que bailaras o flautearas, para mí eso es un pecado terrible, lo reconozco… ¡Pero olvidemos todo eso! ¡Pensemos en el futuro! ¡Tratá de que tus demonios te inculquen la flauta! ¡Primero la flauta! ¡Mirá a Shakespeare, colegial! ¾ de flauta, ¼ de sangre… ¼ es suficiente, te lo aseguro… ¡pero de la tuya! antes que de cualquier otra sangre. La Alquimia tiene sus leyes… la “sangre de los otros” no les gusta para nada a las Musas… Reflexionemos… Conseguiste un pequeño éxito en el “Sarah”, bajo la Bota, con tus Moscas… ¿Por qué no despachás ahora tres pequeños actos, rápidamente, de circunstancia, a las apuradas, Los Soplones? Pequeño desfile retrospectivo… Te vemos en persona, con tus amiguitos, enviando a tus compañeros odiados, a los llamados “Colaboradores”, a la cárcel, al poste, al exilio… ¿No es gracioso? Vos mismo, por supuesto, haciéndote fuerte gracias a tu texto, en el primer papel… como tenia bufona y filósofo… Es fácil imaginar cien funciones exitosas, peripecias y surgimientos de más farsas en el curso de una comedia de ese género… y luego en la escena final una de esas “Masacres Generales” ¡que producirá carcajadas en toda Europa! (¡Ya es hora!) ¡Lo más alegre de la época! ¡Cómo van a mear y cagar incluso en la 500ª!… ¡y mucho más lejos! (¡Mucho más lejos! ¡Je, je!) El asesinato de los “Signatarios”, ¡unos por otros!… vos mismo en manos de Cassou… ¡Cestuy en manos de Eluard! ¡el otro por su mujer y Mauriac! ¡y así siguiendo hasta el último!… ¡Te das cuenta! ¡La Apoteosis de la Hecatombe! ¡Sin olvidar la carne, por supuesto!… Gran desfile de chicas despampanantes, desnudas, contoneándose increíblemente de un lado a otro… orquestra del Grand Tabarin… Jazz de los “Constructores del Muro”… “Atlantist Boys”… premio asegurado… y la gran partuza de los fantasmas en una sobreimpresión luminosa… 200.000 asesinados, presidiarios, enfermos de cólera, indignos… ¡y colgados! ¡en corro! ¡un pedazo de Cielo! ¡Coro de los “Verdugos de Nuremberg”!… Y al tono le insuflás más-que-existencia, instantaneísmo, masacrismo… Clima de espasmos de agonía, ruidos de cólicos, de sollozos, de hierros… “¡Socorro!”… Fondo sonoro: “Máquinas de ¡Hurras!”… ¿Lo ves? Y luego, como atracción principal, en el entreacto: ¡Remate de esposas para presos! Y un Bar de sangre. El Bar futurista absoluto. ¡Sólo sangre verdadera! En vaso, cruda, certificada por los hospitales… ¡de esa misma mañana! ¡sangre de aorta, sangre de feto, sangre de himen, sangre de fusilados!… ¡Para todos los gustos! ¡Ah! ¡Qué futuro J.-B. S.! ¡Qué maravillas vas a hacer cuando seas eclosionado! ¡Verdadero Monstruo! Ya te veo fuera del sorete, casi tocando la flauta, ¡una flautita verdadera! ¡qué encanto!… ¡ya casi un verdadero pequeño artista! Maldito J.-B. S.
Traducción: M. Dupont