"En el lenguaje es siempre la guerra" (Henri Meschonnic)

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Rebélate y calla

Por Philippe Muray


En un mundo realmente trasegado, el nombre es un momento del sí.
Proverbio vülpo


El nuevo rebelde es muy fácil de identificar: es aquel que dice sí. Sí a Delanöel. Sí a las iniciativas que van en el buen sentido, sí a los mercados naturistas, al tranvía que atraviesa el desierto, a las guarderías infantiles, al campo del progreso, a los barrios que avanzan. Sí a todo.
Salvo a la Francia de abajo, claro, y a los provincianos que todavía no entendieron que la justicia social ya no desemboca en la revolución sino en una estadía de una semana en Barcelona a todo trapo.
En oposición a su ancestro, el rebelde-de-Mayo, o rebelatra, lo llamaremos rebelde a pedal. Ya que el deslizamiento, para él, es una idea nueva en Europa. El rebelde-de-Mayo, por otro lado, no está a gusto en los tiempos que corren. Ese faccioso juramentado, que reía al verse eternamente rebelde en el espejo, ese especialista libertario de las expediciones plumíferas sin riesgos, echa espuma de rabia por la boca desde que lo acusaron de complicidad con los “pedocriminales”.
El rebelde a pedal, en cambio, tiene todo el viento a su favor. Es un héroe liso y positivo, un valiente que desafía las intemperies en bicicleta. Está listo para bajar a la calle a exigir una multiplicación de las guarderías en el centro de la ciudad (el rebelde a pedal es a menudo una pareja con niños). Ama la transparencia, los objetos equitativos y los regalos altruistas que se encuentran en las boutiques éticas. Aplaude cada vez que le abren una nueva brecha legislativa en la fortaleza del patriarcado. Se ha desprendido de la antigua visión, triste y medieval, de la pareja (la diferencia sexual es algo que debe superarse). Quiere que las cosas avancen. Que avancen. Que avancen. Y que avancen.
Y no es verdaderamente en su honor que Bernanos escribía, poco después de la última guerra: “Este mundo se cree en movimiento ya que tiene del movimiento una idea muy material. Un mundo en movimiento es un mundo que escala la pendiente, y no uno que la desciende. Y se la desciende tan rápido, que lo único que hacen es precipitarse, nada más”.
El rebelde a pedal desciende y cree que se mueve. Es por eso que ha entrado desde su más tierna edad en la secta de los Adventistas del Séptimo Día. En París, votó a Delanoël, rebelde del Hôtel de Ville. Ya que, como este último, está contra el desorden. A fondo. “Somos los candidatos del orden”, había proclamado Delanoël en su último discurso de campaña.
Y en efecto, no hay más que un desorden, más que una anarquía: no estar en sintonía con la ideología del rebelde a pedal.
2001.
Traducción: M. Dupont